Qué pena que no me ames como yo a ti,
y pongas puertas a lo que sientes por mí,
que no quieras que sepan que vivo por ti,
y prefieras cualquier cosa antes que a mí,
que me queme tanto esta distancia hasta ti,
y levantes esos muros que te separan de mí,
que me niegues el deseo de morir junto a ti,
y que llore de este modo tu ausencia de mí.
Qué pena que lo nuestro, vida mía, acabe así,
porque mi corazón enamorado se cansa de sufrir.
Nicanor García Ordiz